De repente, una explosión sorda, como de un disparo, puso en alerta a los tripulantes del acorazado. Y sólo unos segundos después, otro estallido de una potencia dmunal hizo sacudirse con violencia el barco. Eran las nueve y cuarenta de la noche del 15 de febrero de 1898 y el Maine se estaba hundiendo. Más de 260 de los 350 tripulantes ...